Desde 1994 las organizaciones europeas gitanas conmemoramos el 2 de agosto como el Día en Memoria del Samudaripen.
Samudaripen significa “la gran matanza” en romanó, y es el término que utilizamos para referirnos al etnocidio padecido por el Pueblo Gitano y Sinti durante la Segunda Guerra Mundial.

El Samudaripen fue sin duda el intento de exterminio de la población Rromà más cruel y devastador de todos los sufridos durante los más de cinco siglos de historia de nuestro pueblo. El genocidio gitano del nazismo asesinó a más de tres cuartas partes de la población gitana en Europa. Se estima que más de ochocientas mil personas gitanas perecieron durante la limpieza étnica nazi.
En los inicios del Samudaripen, la mayor parte de los asesinatos de gitanos se produjeron en las calles. El pueblo rom no se resignó a su cruel destino, se organizó y opuso mucha resistencia a los miembros de la SS, y por ello acababan fusilados en sus propios hogares. Entonces se creó el Zigeunerlager, el campo gitano de Auschwitz. Este campo estaba plagado de epidemias, tifus, viruela, y disentería que redujeron drásticamente la población romaní del campo.
En enero de 1940 tuvo lugar la primera matanza del holocausto gitano: en el campo de concentración de Buchenwald 250 niños y niñas romaníes fueron utilizados en diversos experimentos “científicos” causándoles la muerte. Las masacres, a partir de este momento, se convierten en algo habitual tanto en Alemania como en el resto de territorios ocupados. A finales de 1940 Hitler dio la orden de matar a todos los gitanos y gitanas de la Unión Soviética y el año siguiente Heydrich ordenó la muerte de todos los Rromà. El exterminio de Rromà y Sintis en Polonia, Austria, Alemania, Holanda, Bélgica y en otros países, continuó hasta el final de la II Guerra Mundial, salvándose poco más de un 20% de la población gitana que residía en Europa.
Una de las jornadas más sangrientas fue la que tuvo lugar la noche del 2 al 3 agosto de 1944. Bajo las órdenes del comandante en jefe de la SS Heinrich Himmler, más de 4.000 gitanos, sobre todo ancianos, mujeres y niños, fueron asesinados en las cámaras de gas de Auschwitz en una sola noche, que se recuerda como la“Zigeunernacht” (Noche de los Gitanos).
Los nazis ya habían intentado asesinar a los gitanos el 16 de mayo de 1944, pero debido a la dura y valerosa resistencia protagonizada por mujeres romaníes, tuvieron que desistir. Estas mujeres fueron víctimas de todo tipo de abusos y violencia sexual. Los médicos nazis a menudo las usaban para experimentos de esterilización y otros experimentos humanos aberrantes. Las mujeres romaníes y sintis dieron muestras de gran valentía durante el Holocausto y se levantaron contra sus asesinos, logrando evitar la matanza de sus hijos y demás familiares aquel día. Auténticas heroinas que salvaron vidas y marcaron el camino a seguir para todas nosotras.
El reconocimiento del genocidio gitano ha sido tardío y exiguo. No se reconoció a los romaníes como víctimas del Holocausto hasta el año 1982 y tuvieron que pasar 72 años de la barbarie para que en 2012 se inaugurara el único monumento que existe para conmemorar el asesinato de más de 800 mil romaníes.
No obstante, La discriminación e intento de exterminio de romaníes no terminó con la caída del Tercer Reich sino que se ha mantenido muy presente hasta nuestros días. Después del Samudaripen el Pueblo Gitano continuó siendo la minoría más perseguida y estigmatizada en Europa. Aún hoy todas las semanas asistimos con dolor e impotencia a ataques organizados a campamentos de gitanos en Bulgaria, Ucrania o Rumanía. En Francia recientemente Valls expulsó masivamente a gitanos y ahora se presenta como posible candidato a la alcaldía de Barcelona de la mano de Albert Rivera. En Italia todavía resuenan las declaraciones racistas del ministro Salvini con su llamamiento a la expulsión de gitanos y su intención de la elaborar un censo étnico contraviniendo los tratados internacionales contra la discriminación.
En España, mientras organizaciones gitanas y pro-gitanas, representantes del pueblo gitano, celebran en palacetes y lujosas salas el Samudaripen acomodados en el activismo de salón, siguen sin hacerse eco del antigitanismo institucional por el que siguen matando a gitanos y también gitanas en las prisiones españolas. los asesinatos de reclusos y reclusas gitanas víctimas del populismo punitivo que se ceba con las personas de la comunidad gitana, pasan desapercibidos porque son encubiertos por las propias instituciones estatales. Manuel Fernández Jiménez es el último de los tantos presos cuyas vidas fueron arrebatadas violentamente y con signos evidentes de tortura mientras estaban en custodia del Estado.
El racismo antigitano no ha cesado sino que ha adoptado nuevas formas, más sutiles y sofisticadas de exterminarnos. La creciente gitanofobia a la que nos enfrentamos no se crea sola, se abre paso impunemente porque tiene sustento en las instituciones, en los medios, en la prensa.
Hoy no sólo es un día para conmemorar el Samudaripen sino también para recordar a la ciudadanía y, sobre todo a nuestros representantes, que el antigitanismo y la discriminación siguen latentes en España y en Europa.